La siesta del lunes 13 se parece más a una de verano que a una de finales del invierno. Nuestro viaje es por la 51 hasta llegar a la cancha de los Veteranos, allí debemos bajar a la izquierda dos cuadras. Así nos indicó Marisa, la coordinadora del merendero al que vamos. Y lo hacemos.
A mano derecha en una de las casas aparece el cartel: «Merendero Agustín Vallejos».
Nos recibe Marisa. Adentro de ese garaje ampliado hay dos pasantes del Instituto Mantovani asistiendo en las tareas escolares a los pequeños.
Entramos y Belén una de las pasantes les explica las funciones del aparato digestivo. Mas allá, en el patio, hay gallinas, patos en un estanque. Y hasta una compostera con un cartel colorido.
Empezamos a leer. La transpiración incomoda un poco pero la atención con que siguen la lectura lo disimula todo.
Estamos otra vez en un barrio alejado del centro viviendo otra experiencia maravillosa que nos regala el Plan de Lectura Municipal. No está Agustín, pero es como si estuviera en los ojitos sorprendidos de esos pibes y en la mirada de su mamá y el apretón de manos de su papá, que se suma al encuentro.
Qué viva la lectura y gracias lectoras.